EL BAÚL DE JOYAS
¡Esto es ser iconoclastas! Estamos en 1989, Ben, César y Arman, los agitados representantes del nuevo realismo de los años sesenta, aportan su insolente genio creativo a la Maison Louis Vuitton. Para la inauguración de la casa del 54 avenue Montaigne, el trío decide crear una caja. El resultado es un pequeño baúl de cartón, frágil, fresco y decorado con el mítico Monogram dentro de este precario cofre, hay tres joyas destinadas a la posteridad: un broche estilo “acumulación” para Arman, un colgante caja de tipo rústico sobre el cual Ben inscribió con su celebre escritura: “Quizás esta caja contenga un diamante” y un broche “compresión” para César, el maestro en aplastar automóviles. Con una edición de 850 ejemplares, de los cuales 25 están firmados por los artistas, esta caja se divierte aunando locamente materiales prosaicos y un noble savoir-faire. Es como colocar al mundo en una exposición en miniatura.